domingo, 25 de enero de 2015

El niño que no podía reír



 (Mi nuevo cuento para niños)

Esta es la historia de Jaime Mínguez el niño que no podía reír.

Jaime siempre estaba muy triste porque pensaba que jamás podría reírse. Cuando veía a todos sus amigos o familiares pasándoselo bomba a causa de la gracia de algún chiste él se quedaba pensativo en un rincón y diciéndose para sí mismo << ¿por qué yo no puedo reírme? Todos los hacen pero yo no puedo. ¿Podré reírme algún día?>>

Cuando tenía unos diez años y cansado de que nadie pudiera darle una solución para su problema se decidió a preguntarle a su familia –yo no me acuerdo: ¿me reí alguna vez? Le preguntó a su madre un día muy disgustado.

-No hijo. Al menos tu padre y yo nunca te hemos visto.
Así que Jaime se fue tan triste y desconsolado como había venido.

Sus profesores lo vieron tan triste que les dijeron a sus padres que conocían a un cómico tan cómico, tan cómico que podía hacer reír a la persona más sosa y apagada del planeta.

La familia de Jaime muy preocupada por la extraña apatía del niño le pidieron consejo al cómico, y éste les dijo: <<quédense tranquilos; porque yo le arranco una sonrisa hasta al más aburrido. Y créanme que ya lo he hecho>>. 

Pero nada, a Jaime no le hizo efecto y el pobre cómico se quedó muy avergonzado y defraudado por no haberlo podido ayudar; además de que a partir de entonces ya nadie lo contrataría para cenas, galas y otro tipo de celebraciones.

Mientras tanto el pobre Jaime seguía igual. De vez en cuando le salía una tímida sonrisa que se alejaba tan fugazmente como había aparecido. Y claro está, él se sentía como el bicho raro. 

-Pobrecito Jaime-se compadecían sus amigos-¿por qué le pasará eso? ¡Tenemos que buscarle una solución!

-¿Pero qué solución?-intervino un día Rodrigo, un compañero suyo, harto de escuchar tonterías sin fundamento-No hay ninguna. Desde bien pequeño ¡visitó a muchísimos médicos! ¡A más de los que nosotros podamos recordar! Y no pudieron ayudarlo. ¿Qué podríamos hacer nosotros?

-Pues...no se sabe. Contestaban otros.

El tiempo iba pasando y el pobre Jaime veía que era el único niño que no se podía reír y disfrutar cuando alguien de su alrededor hacía una broma; y pensando y pensando llegó a la conclusión de que su mal ¡tal vez no tuviese cura!

-¡Seré la única persona del mundo que no pueda reírse! ¡Pobre de mí!-se lamentaba día tras día-¡Y solo tengo once años!

Un día que fue de excursión y pusieron un vídeo en el que un humorista español contaba unos chistes graciosísimos a Jaime le sucedió lo de siempre: él no les encontraba la gracia a la mayoría. Y no porque no los entendiera, porque él era muy inteligente y cazaba muy largo, sino porque él no podía disfrutarlos. Y para los que le hacían gracia no podía soltar más que una carcajada y una carcajada tímida, muy tímida.

-¡Me muero de risa! Decía su profesor.

-Menuda suerte-murmuraba Jaime-ya podía yo morirme también. Significaría que podía reír.

A Jaime le daba mucha rabia el no poder disfrutar de las cosas igual que lo hacían sus amigos; pero él, sin embargo, siempre estaba callado y triste. Incluso en su cumpleaños, que todos sabemos que es el día más feliz de cada uno.

Harto de no poder solucionarle el problema, su padre (que se llamaba Jaime también) decidió que él mismo buscaría la cura para la extraña enfermedad que tenía su hijo. Así que le pidió a un amigo suyo, que era un gran científico, el enorme favor de que colaborara con él en su nuevo experimento.

-No tengo problema alguno en ayudarte-le dijo el científico-pero no sé a ciencia cierta lo que sucederá.

Tardaron cinco meses y seis noches en tener terminado el milagroso medicamento que ayudaría a su hijo a tener humor.
El padre y su amigo le dieron el fármaco a Jaime y prepararon todo tipo de chistes y vídeos cómicos para observar el efecto final.

-Me parece que no hace efecto, Javier.

-Hemos de esperar dos días Jaime. Y ya te lo he advertido: no se sabe fijo si le hará efecto. Pero sobre todo no perdáis la esperanza de que pueda llegar a reírse algún día.

Después de tomarse “La Pócima del  Humor” (que así la habían llamado) a Jaime no le sucedió nada fuera de lo normal. Al rato de estar oyendo los chistes se quedó durmiendo.

-No ha hecho efecto... Lo que yo me suponía.

-Tranquilo, Javier. Nos has ayudado en lo que has podido. El que debe sentirse mal soy yo; que soy el único padre de este mundo que no es capaz de ayudar a su hijo.

Pero un día la pandilla de Jaime apareció por casa del amigo de su padre diciéndole: -queremos ayudar a Jaime para que nunca más esté triste.

-¿Creéis que podríais ayudarme en algo?

-Pues claro-comentó su amiga Clara-nosotros lo conocemos mejor que nadie. Y fijo que podemos hacer que se ría.

-Para eso tendría que tener otro cerebro y eso...

-¡Pues claro, Julio! ¡Qué idea tan buena! Se le cambia el cerebro y está: ¡asunto arreglado!

-No seas tonto, Marcos. No se pueden cambiar los cerebros.

-¿Y si le damos un susto?

-Eso es para quitar el hipo.

-¡Pero un susto gracioso, que le haga reír!

-¡Sí! ¡Y que no pueda parar!

Ese día le afirmaron al científico que ayudarían a Jaime fuera como fuera y cuando fuera. Luego se despidieron de él.


Finalmente un día, sin quererlo sus amigos, se fueron todos con su profesor a una charca cercana a recoger unos peces y unos renacuajos para el colegio.

-¡Jolina! Los renacuajos están muy lejos. Les decía Clara.

-¡Pues yo no me meto! ¡Que me mojo fijo!

-Tranquilo, Rodrigo, ¿por qué no avisamos al profe? Él sabrá como cogerlos, para eso es profe.

-¡Vamos, Clara! ¡Vamos tú y yo a preguntarle!

Mientras Clara y Jaime fueron a preguntarle al profesor el resto de sus amigos intentaron recoger los renacuajos; pero...

-Acabaremos todos mojados. Esperad que venga el profe...

-Pues Rodrigo ya se ha metido. Comentaban otros.

-¡Anda, Rodrigo, y eso que ibas a mojarte!

-Pues ya no importa, ¡qué me lo estoy pasando bien!

-¡No os metáis!

Al final terminaron todos dentro del estanque completamente empapados. Clara al verlos gritó: <<¡profe mira lo que ha pasado!>> 

Jaime y el profesor se acercaron a la charca y vieron a los demás que salían con un aspecto graciosísimo: todos completamente mojados y con renacuajos pegados a la ropa y agarrados al cabello.

-Mi chándal <<está para el arrastre>>. 

-Pues el mío no está mucho mejor, Marcos...

-Ya les dije yo que no se metieran. Explicó el más pequeño.

Por una vez en su vida a Jaime algo le hizo tanta gracia que comenzó a reír de tal forma que hasta cayó al suelo. 

-¿Pero qué le pasa? Preguntó su amiga.

-Pues que se está muriendo de la risa a nuestra costa. Le contestó Rodrigo muy enfadado.

-Jajajajaja-decía Jaime-¡no me lo había pasado también en toda mi vida! ¡Os lo agradezco! Jajajajaja.

-Al menos hemos conseguido que se riera a carcajadas.

-Y eso es bueno para la circulación sanguínea. Añadió su profesor que se encontraba interesado en el caso de su alumno.

A partir de entonces Jaime fue el niño más feliz del mundo  porque ya se podía reír y disfrutar como cualquier crío.

Y vosotros: ya sabéis lo que tenéis que hacer si queréis reíros igual que él...

                                            FIN

viernes, 23 de enero de 2015

Entre vértices de alcobas

Sintió su mirada
como penetraba lenta y profundamente
entre roces lacerantes,
su piel abría
al murmullo de su voz,
los oídos derretían las palabras
una y otra vez,
sucumbía a los susurros
de la noche,
y esperaba…
Esperaba su blanco
consumarse arduamente
sin tiempos,
con miradas de nieblas,
aturdiendo en las oscuras llamas,
simulando melodías
amortiguadores en las raídas sábanas
desfallecían en su trajín,
sales escurrían por sus espaldas
en un gemir de alcobas,
las arenas mecían las notas
de una vieja tonada de madrugadas,
mientras sus lenguas se atragantaban
en sus gargantas,
se oían, mutuamente,
arrodillándose  en el silencio,
bebiendo de sus vértices
ahogando sus labios
en aquella canción…

Su regreso


Y volvió como tantas otras veces
con su rostro cansado de amaneceres
en alcobas extrañas,
sus ojeras destilaban relámpagos
anocheceres con aromas a otras sábanas,
regresó silencioso
como un fantasma,
lo supo…
Desde ese momento comprendió,
que lo había perdido para siempre,
ya no era el mismo,
aquel que había partido
 de mirada peregrina
corazón errante,
su tiempo de vagabundear culminaba,
como el otoño con el verdor de las caducas,
sus sueños cautivos,
guardaban en secreto
y arrogancia su nombre,
su piel, que lo había acariciado
sujetando su alma
con ambas manos,
había corrompido su voz
sus sonidos fónicos se oían atrapantes
seducía a su paso,
con aroma,
a hombre enamorado…


Como suelo mirarte…




Te vi,
en un espejismo
parado frente a mí
con un manojo de caireles
tus manos
aplaudían nostalgias,
aún con los ojos cerrados
saboree el salado de tus labios
que subían como dentelladas
fantasmales en la noche,
recorrían mi silueta
dibujada en la cera
deslizándose
por las grietas de mi cuarto,
eras tú, lo sé,
mi piel me lo dijo susurrante,
en secreto viniste,
como tantas otras,
mientras duermo
sin ti,
olí el aroma primavera,
que brota de tu aliento
lejano, muy lejano en la noche
fría sin tus brazos,
ni el sol de tus párpados,
cuando me miran,
ruborizando mis pupilas de amapolas,
como tu sangre.

jueves, 22 de enero de 2015

Amor sin saldo



El amor no es
caja registradora:
te debo,
me debes,
me diste,
te di.
No,
no es eso amor,
al amor
todo le sobra
y todo le falta,
el amor nunca cuadra,
el amor es… otra cosa.





martes, 20 de enero de 2015

lunes, 19 de enero de 2015

Hope



Tropezaré /soñaré
con tu silueta, tu belleza
y la perfecta sonrisa que les acompaña.

Una y mil veces.

Hasta que seas porfin amanecer
(la luna me lo dijo)

Hasta entonces: Buenas noches amor,
allí donde quieras que estés.


Por Alex Madueño [am]

sábado, 17 de enero de 2015

En compañía de la soledad



-A veces era la brisa colándose por los pliegues de una ventana delgada herrumbrada de pasado, la llegada de la mañana quieta asomando tempranamente por los muros hiedras del jardín, las amapolas y las hierbas esparciendo sus colores en composé.

-El sol, manifestaba su temperamento cambiando las tonalidades, salvando los retrocesos de ánimos envueltos en nostalgias, cuando yo te esperaba.

-Ardiendo en la espera sobre un lecho revuelto, devastada soledad, ecos desiertos.

-Ella, anfitriona habitando cada cuarto, no resistiéndose ningún rincón ni mínimo agujero, a su estadía permanente.

-De alguna insospechada manera yo, la había invitado a quedarse.

-Llegó tímida, silenciosa, luego, con gran sutileza y maestría fue socavando, apoderándose de mi universo, cada centímetro le pertenecía, lo mismo que mi alma sedienta de vida, que se negaba sin fuerzas, ni voluntad a su régimen dictatorial.

-Por las noches soñaba con correr, huir de ese lugar y llegar al refugio de tus brazos, deshojando pétalos en cada beso, amarrando mi amor reservado, atesorado para ti, dentro muy dentro de mí.

-Caricias de seda y besos prolongados entregártelos con ademanes lentos reconociendo los paréntesis de tu cuerpo, donde los susurros crean melodías a través de los sentidos, en retornadas noches, siendo voluntaria solícita en tu lecho.

-Contemplar la desnudes de tu piel invernal no indiferente, doliente no…

-Descubrir el cansancio en tu agitado respirar nocturno después de amar incesantemente hasta el agonizar de la madrugada, coronando mi palpitar, elevándome al cielo sobre tus colinas, emigrando vívidamente en tus sueños, saciando nuestra sed en cada verso, siendo virtud con mis falanges,  invadiendo nuestras soledades, bebiendo cual sediento marinero, irrumpiendo fatigosos en cada puerto.

-Soñaba con oler a ti, en mi reposo amanecer, ser naufragio entre tus brazos, llenarme de tus primaveras, horizonte febril timón de mis deseos, vestir en la mañana radiantes destellos de felicidad, conservando tu esencia en mi feminidad.

-Ella lo sabía o quizás lo intuía, porque no se apartaba ni un momento arremetiendo en mis pensamientos abarcando mis espacios como un fantasma.

-Le temía, aun así comprendí que debía revelarme, descubriendo mis fuerzas aprendí a convivir porque a pesar de todo, nos necesitábamos,  ella era parte de mí y era parte de él, nuestras soledades nos unían…



domingo, 11 de enero de 2015

Un momento



¿Qué es un momento exactamente?

Un momento puede ser el tiempo 
que tardo en levantarme del sofá 
cuando te veo entrar por la puerta 
de casa para abrazarte. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tardas en comprarme flores 
cada viernes por la tarde. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tardo una noche cualquiera 
preparando una cena para sorprenderte. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tarda en llegar tu mirada a la mía 
para amarme en silencio. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tardamos en cruzar nuestros meñiques... 
Prometiéndonos todo, pero sin prometernos nada. 
Eso. Justo eso. Es un momento. 






Por: Lady Writer
Twitter: @IreneNomada

sábado, 10 de enero de 2015

Lucía (continuación)


-Esteban dio dos vueltas a la manzana, al llegar a la esquina hizo juego de luces y estaciono en la terminal abandonada, donde siempre, esperando la llegada de Héctor, que vivía en ese humilde barrio donde la marginalidad hacía estragos, el muchacho corrió hasta el coche importado y sacó de entre sus prendas unos documentos guardándose un sobre solo para él, Esteban los recibió colocándolos en la guantera, pagó por su servicios y se retiró del lugar a gran velocidad.

-Héctor colocó el dinero dentro de sus medias dirigiéndose al teléfono público e hizo una llamada ofreciendo el sobre que se había guardado.

-Del otro lado le confirmaron la operación.

-Se apoyó sobre la barra del bar, pidió una cerveza mientras observaba el espectáculo que daba la borracha entrada en años, cada noche era lo mismo, llegaba muy bien arreglada y perfumada, luego la invitaban a beber perdiendo la compostura, subía y descendía del cuarto tantas veces como fuera posible por una mínima cantidad de monedas, otras veces por nada, solo por un trago más, que aplacara los fantasmas de su cabeza.

-De rostro una vez hermoso, lozano, ahora solo reflejaba dolor, e inmensa amargura, las arrugas se agolpaban unas con otras haciéndose lugar donde cobijar, las comisuras de sus labios agrietados de fingidas sonrisas remarcaban su expresión de mirada sin sueños.

-La noche estaba concurrida el lugar permanecía atiborrado de gentes risueñas, la bebida se deslizaba por las gargantas donde nacían cantos  e intérpretes de poca monta.

-Héctor miró hacia la ventana, vio estacionarse un coche nuevo, haciéndose paso entre los concurrentes caminó con dificultad por los obstáculos hacia la puerta de entrada, cuando una mano se apoyó sobre su hombro derecho, al girar, vio el rostro de Esteban quien con una mano quitó de entre sus prendas el sobre faltante, y con la otra dio unos golpes sobre su espalda, y continuó su camino saliendo por la puerta de emergencia.

-El joven delincuente no tuvo tiempo de entender lo que sucedía,  el calor corría por su cintura descendiendo hacia sus piernas las cuales sintió cansadas, levanto la mirada vio acercarse al dueño del coche nuevo que se dirigía hacia donde él se encontraba, su mirada se nublaba cayendo al piso, la sangre brotaba serpenteante sobre sus pies, de pronto recordó que ese día no saludó a su madre, vio sus ojos dibujarse en el aire, sus caricias, cuando le pedía que estudiara que se alejara de las malas compañías, todo era tan claro y confuso, cerró sus ojos para descansar, trayendo a la memoria la imagen de esa tierna viejecita, cuando el terminara con su vida, solo por unas pocas monedas, su nombre, su nombre llegó como un flash a su mente, Ema…



-Cuándo olvidamos el vivir,
 el soñar,
las herramientas para imaginar un
futuro mejor,
donde hacernos al mañana
en una nueva realidad…
Olvidamos,
nuestra naturaleza humana.


Continuará


Lucía: XXXI

Lucía (continuación)


Amar a pesar de todo, aceptando las diferencias...

-La mañana verde nació al nuevo día, los pájaros se retiraban en busca del alimento diario en medio de barrullos con sus trinos, los capullos lentamente se abrían a la vida floreciente, el aroma del pasto húmedo por el rocío relajaba los sentidos aun adormecidos.

-Lucía descendía por las escaleras fresca, radiante, fuerte, su cuerpo ya restablecido, el color en sus mejillas y en sus labios.

-Las jóvenes se miraron mientras desayunaban ninguna hablaba, ambas sabían lo que la otra pensaba…

-Sarita comenzó… - Siempre lo amé, aun sabiendo quien era, conociendo sus secretos, nunca pude alejarme de él, mi sueños sobrevolaban la realidad, la pasión se apoderaba del razonamiento, mi piel, manos, uñas, los sentidos todos, se enardecen cuando estoy frente a Esteban, no puedo sino dejarme llevar y amarlo, amarlo loca y ciegamente, sin importar los detalles, ni que él, solo te amara a ti…

-Las lágrimas corrían por su bello rostro, haciéndola más hermosa, sonrojada, con sus enormes ojos que reflejaban el amor, que brotaba de su interior.

-Lucía escuchaba atentamente, ella lo sabía…

-Confundida no entendía que sentir, o pensar, la pena se apoderaba de su interior, conocía lo que él provocaba, no le eran ajenos sus juegos de seducción.

-Caminaron por el parque de la mansión, conversando ambas sentían respeto y cariño por la otra.

-Al sentarse a la cena se oían los ladridos de los perros guardianes, que corrían acercándose a la puerta de entrada, las luces del coche se apagaron, y los pasos retumbaban muy cerca, la puerta de calle se abrió, y Rafael se hizo presente en el comedor…

-Saludo respetuoso y acaloradamente a su hermana, luego dirigió su mirada, Lucía, y se acercó dándole un beso en la mejilla, acariciando sutil e imperceptiblemente  sus largos y sedosos cabellos.

-Durante la comida solo habló él, de sus negocios, viajes y proyectos, su rostro frío guardaba algo de nostalgia, cuando hablaba parecía interrogar con sus ojos,  Lucía se sentía incómoda sin saber que responder a su mirada.

-Después del café, Sarita se retiró a su dormitorio dejándolos solos para que pudiesen hablar en privado, Rafael necesitaba saber cómo sobrellevaba el diario vivir, y cuáles serían sus siguientes movimientos… Continuará



Lucía: XXX

Lucía (continuación)


No todo es lo que parece, ni todo lo que brilla transparenta su interior...


-Lucía abrió los ojos y una mano cálida acarició su frente, los cerró nuevamente quedando dormida por los sedantes que aun hacían efecto.

-Se encontraba en una habitación en buena compañía, protegida, con cuidados debido a su debilidad, la enfermera la observó por un momento, miró el reloj preparándose para su partida,
acomodó su almohada, las sábanas, cubriéndole el pecho con una manta, cerró las cortinas y se dirigió a la puerta del placar en busca del abrigo, cuando la puerta de calle se oyó abrir, camino en esa dirección despidiéndose hasta el siguiente día.

-La mujer que acababa de entrar, subió las escaleras suave y sutilmente, su figura se meneaba como deslizándose, de tacos altos y polleras ceñidas al cuerpo, escote prominente, su fragancia impregnaba las habitaciones de la casona.

-En el exterior los sonidos se habían apagado, la oscuridad cubría con su manto cada sitio, los árboles formaban figuras fantasmales, todo se trasformaba.

-Mientras los días se sucedían, la joven se reponía satisfactoriamente, tomando fuerzas para levantarse de la cama y caminar por el jardín, disfrutaba de la naturaleza que el campo le ofrecía, los aromas, colores, animales, pájaros y flores.

-Necesitaba recuperar sus energías, para enfrentar cualquier circunstancia que acaeciera, el médico la visitaba asiduamente, confirmándole su aborto espontáneo, por tratarse de un embarazo ectópico, al tener las trompas ligadas.

-Lucía rompió en llantos al recordar esa horrible tarde tratando de escapar del horror, no pudiendo salvar a su hijo que anidara en su vientre materno, se recordó corriendo por ese callejón para caer súbitamente al piso, todo le resultaba muy doloroso, ese hombre que amaba le era un extraño.

-Aun así no podía dejar de amarlo, sus pensamientos la llevaban a él, a sus brazos que tantas noches la habían cobijado haciéndola sentir única y amada.

-Su piel se estremecía al recordar, una piel y boca con recuerdos húmedos aún, se avergonzaba así misma por sentir esa pasión arrolladora por él, su amor y verdugo… Continuará



Lucía: XXIX

viernes, 9 de enero de 2015

Eres esa historia

Vendrán otras bocas
otros labios mojarán
los míos,
nuevos corceles cabalgarán
por los cielos del olvido,
pero tú seguirás siempre
reinando cada suspiro,
en cada lengua sentiré
la tuya recorriendo los
espacios húmedos
que besarán ardientes
mis melodías,
serán tus ojos los que
los míos verán,
vibrar en llamaradas
cuando mi piel
desee cada partícula
de ti, mi amor tan mío,
y te vea ansiosa,
disfrutando como a un niño,
vendrán verdades,
junto a diversas realidades,
pero tú estarás muy a pesar mío,
eres y serás ese sueño
infinito que me cautivó,
culminando cada noche
y regresando en la misma,
cuando te abrazo en silencio…

jueves, 8 de enero de 2015

ME ESPARCI

   Abrigo la esperanza,
En esa desesperanza...
Que existe en mi corazón.

   Tan sólo es quizá pujanza,
O quizá algo de enseñanza...
Pero de mi sin razón.

   He viajado en el cielo...
Y al suelo caí,
Como es que antes no te vi?.

   Grande y bello es mi vuelo,
Pero si antes no te vi...
Hoy es que por ti me sometí.

   Hoy mi alma es sometida,
En tu alma la vertí...
Como simiente en tu vida.

    Hasta parece divertida...
Mi alma echa poema en ti,
Que así bello leí...
Recordada y por ti permitida.

Miguel Ángel Rojas Ibarra.
Miércoles 07 de enero del 2014.
Mazatlán, Sinaloa, México.

sábado, 3 de enero de 2015

Tu sonrisa



Tu sonrisa caravana de encuentros
una cita impostergable,
una lectura atrapante de feliz final,
la sombra pegada a mi cuerpo,
incendiando desde el núcleo
mi discernimiento
cada gesto tuyo arremete
arrolladamente mis pasiones,
 con inquebrantable fuerza,
cegando todo raciocinio,
despojando corazas,
invalidando imperceptiblemente
mi orientación,
tu boca cuando dices Te Amo,
presagio de confusión
en mi mente, y alboroto
erizando mi piel,
embanderando tu nombre
me encuentro hoy,
mañana y ayer,
tu sonrisa quien le brinda
melodías a mi corazón,
que danza al ritmo del amor…



Todo es posible cuando encuentras el aroma
del amor que se impregna con arrebato muy
dentro de ti…

viernes, 2 de enero de 2015

Sin título


Madrid para ArtSuite

El sonido de la lluvia
me recuerda la soledad
que respiré contigo
mientras decías que me amabas.

30/XII/14
                      

Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant 

Fotografía: Madrid, álbum personal.