sábado, 17 de enero de 2015

En compañía de la soledad



-A veces era la brisa colándose por los pliegues de una ventana delgada herrumbrada de pasado, la llegada de la mañana quieta asomando tempranamente por los muros hiedras del jardín, las amapolas y las hierbas esparciendo sus colores en composé.

-El sol, manifestaba su temperamento cambiando las tonalidades, salvando los retrocesos de ánimos envueltos en nostalgias, cuando yo te esperaba.

-Ardiendo en la espera sobre un lecho revuelto, devastada soledad, ecos desiertos.

-Ella, anfitriona habitando cada cuarto, no resistiéndose ningún rincón ni mínimo agujero, a su estadía permanente.

-De alguna insospechada manera yo, la había invitado a quedarse.

-Llegó tímida, silenciosa, luego, con gran sutileza y maestría fue socavando, apoderándose de mi universo, cada centímetro le pertenecía, lo mismo que mi alma sedienta de vida, que se negaba sin fuerzas, ni voluntad a su régimen dictatorial.

-Por las noches soñaba con correr, huir de ese lugar y llegar al refugio de tus brazos, deshojando pétalos en cada beso, amarrando mi amor reservado, atesorado para ti, dentro muy dentro de mí.

-Caricias de seda y besos prolongados entregártelos con ademanes lentos reconociendo los paréntesis de tu cuerpo, donde los susurros crean melodías a través de los sentidos, en retornadas noches, siendo voluntaria solícita en tu lecho.

-Contemplar la desnudes de tu piel invernal no indiferente, doliente no…

-Descubrir el cansancio en tu agitado respirar nocturno después de amar incesantemente hasta el agonizar de la madrugada, coronando mi palpitar, elevándome al cielo sobre tus colinas, emigrando vívidamente en tus sueños, saciando nuestra sed en cada verso, siendo virtud con mis falanges,  invadiendo nuestras soledades, bebiendo cual sediento marinero, irrumpiendo fatigosos en cada puerto.

-Soñaba con oler a ti, en mi reposo amanecer, ser naufragio entre tus brazos, llenarme de tus primaveras, horizonte febril timón de mis deseos, vestir en la mañana radiantes destellos de felicidad, conservando tu esencia en mi feminidad.

-Ella lo sabía o quizás lo intuía, porque no se apartaba ni un momento arremetiendo en mis pensamientos abarcando mis espacios como un fantasma.

-Le temía, aun así comprendí que debía revelarme, descubriendo mis fuerzas aprendí a convivir porque a pesar de todo, nos necesitábamos,  ella era parte de mí y era parte de él, nuestras soledades nos unían…



domingo, 11 de enero de 2015

Un momento



¿Qué es un momento exactamente?

Un momento puede ser el tiempo 
que tardo en levantarme del sofá 
cuando te veo entrar por la puerta 
de casa para abrazarte. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tardas en comprarme flores 
cada viernes por la tarde. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tardo una noche cualquiera 
preparando una cena para sorprenderte. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tarda en llegar tu mirada a la mía 
para amarme en silencio. 

Un momento puede ser el tiempo 
que tardamos en cruzar nuestros meñiques... 
Prometiéndonos todo, pero sin prometernos nada. 
Eso. Justo eso. Es un momento. 






Por: Lady Writer
Twitter: @IreneNomada

sábado, 10 de enero de 2015

Lucía (continuación)


-Esteban dio dos vueltas a la manzana, al llegar a la esquina hizo juego de luces y estaciono en la terminal abandonada, donde siempre, esperando la llegada de Héctor, que vivía en ese humilde barrio donde la marginalidad hacía estragos, el muchacho corrió hasta el coche importado y sacó de entre sus prendas unos documentos guardándose un sobre solo para él, Esteban los recibió colocándolos en la guantera, pagó por su servicios y se retiró del lugar a gran velocidad.

-Héctor colocó el dinero dentro de sus medias dirigiéndose al teléfono público e hizo una llamada ofreciendo el sobre que se había guardado.

-Del otro lado le confirmaron la operación.

-Se apoyó sobre la barra del bar, pidió una cerveza mientras observaba el espectáculo que daba la borracha entrada en años, cada noche era lo mismo, llegaba muy bien arreglada y perfumada, luego la invitaban a beber perdiendo la compostura, subía y descendía del cuarto tantas veces como fuera posible por una mínima cantidad de monedas, otras veces por nada, solo por un trago más, que aplacara los fantasmas de su cabeza.

-De rostro una vez hermoso, lozano, ahora solo reflejaba dolor, e inmensa amargura, las arrugas se agolpaban unas con otras haciéndose lugar donde cobijar, las comisuras de sus labios agrietados de fingidas sonrisas remarcaban su expresión de mirada sin sueños.

-La noche estaba concurrida el lugar permanecía atiborrado de gentes risueñas, la bebida se deslizaba por las gargantas donde nacían cantos  e intérpretes de poca monta.

-Héctor miró hacia la ventana, vio estacionarse un coche nuevo, haciéndose paso entre los concurrentes caminó con dificultad por los obstáculos hacia la puerta de entrada, cuando una mano se apoyó sobre su hombro derecho, al girar, vio el rostro de Esteban quien con una mano quitó de entre sus prendas el sobre faltante, y con la otra dio unos golpes sobre su espalda, y continuó su camino saliendo por la puerta de emergencia.

-El joven delincuente no tuvo tiempo de entender lo que sucedía,  el calor corría por su cintura descendiendo hacia sus piernas las cuales sintió cansadas, levanto la mirada vio acercarse al dueño del coche nuevo que se dirigía hacia donde él se encontraba, su mirada se nublaba cayendo al piso, la sangre brotaba serpenteante sobre sus pies, de pronto recordó que ese día no saludó a su madre, vio sus ojos dibujarse en el aire, sus caricias, cuando le pedía que estudiara que se alejara de las malas compañías, todo era tan claro y confuso, cerró sus ojos para descansar, trayendo a la memoria la imagen de esa tierna viejecita, cuando el terminara con su vida, solo por unas pocas monedas, su nombre, su nombre llegó como un flash a su mente, Ema…



-Cuándo olvidamos el vivir,
 el soñar,
las herramientas para imaginar un
futuro mejor,
donde hacernos al mañana
en una nueva realidad…
Olvidamos,
nuestra naturaleza humana.


Continuará


Lucía: XXXI

Lucía (continuación)


Amar a pesar de todo, aceptando las diferencias...

-La mañana verde nació al nuevo día, los pájaros se retiraban en busca del alimento diario en medio de barrullos con sus trinos, los capullos lentamente se abrían a la vida floreciente, el aroma del pasto húmedo por el rocío relajaba los sentidos aun adormecidos.

-Lucía descendía por las escaleras fresca, radiante, fuerte, su cuerpo ya restablecido, el color en sus mejillas y en sus labios.

-Las jóvenes se miraron mientras desayunaban ninguna hablaba, ambas sabían lo que la otra pensaba…

-Sarita comenzó… - Siempre lo amé, aun sabiendo quien era, conociendo sus secretos, nunca pude alejarme de él, mi sueños sobrevolaban la realidad, la pasión se apoderaba del razonamiento, mi piel, manos, uñas, los sentidos todos, se enardecen cuando estoy frente a Esteban, no puedo sino dejarme llevar y amarlo, amarlo loca y ciegamente, sin importar los detalles, ni que él, solo te amara a ti…

-Las lágrimas corrían por su bello rostro, haciéndola más hermosa, sonrojada, con sus enormes ojos que reflejaban el amor, que brotaba de su interior.

-Lucía escuchaba atentamente, ella lo sabía…

-Confundida no entendía que sentir, o pensar, la pena se apoderaba de su interior, conocía lo que él provocaba, no le eran ajenos sus juegos de seducción.

-Caminaron por el parque de la mansión, conversando ambas sentían respeto y cariño por la otra.

-Al sentarse a la cena se oían los ladridos de los perros guardianes, que corrían acercándose a la puerta de entrada, las luces del coche se apagaron, y los pasos retumbaban muy cerca, la puerta de calle se abrió, y Rafael se hizo presente en el comedor…

-Saludo respetuoso y acaloradamente a su hermana, luego dirigió su mirada, Lucía, y se acercó dándole un beso en la mejilla, acariciando sutil e imperceptiblemente  sus largos y sedosos cabellos.

-Durante la comida solo habló él, de sus negocios, viajes y proyectos, su rostro frío guardaba algo de nostalgia, cuando hablaba parecía interrogar con sus ojos,  Lucía se sentía incómoda sin saber que responder a su mirada.

-Después del café, Sarita se retiró a su dormitorio dejándolos solos para que pudiesen hablar en privado, Rafael necesitaba saber cómo sobrellevaba el diario vivir, y cuáles serían sus siguientes movimientos… Continuará



Lucía: XXX