lunes, 11 de agosto de 2014

Las coordenadas del destino




Pensamientos, recuerdos,
sentimientos,
que despiertan de repente.

Serenidad, ilusión, sueños,
sosiego, coraje.

Vidas que se cruzan
y ya no pueden separarse.

De todas las posibilidades
solo una posibilidad
tú y yo.

Hilos que inician ovillos,
ovillos que quiero desmadejar.

Llegar a la brújula
que me dará
las coordenadas del destino,
para llegar a ti.


Ven



Bajo el paraguas de la vida podemos sonreír
con la lluvia de nuestros recuerdos y ser feliz
en el intento de borrar las nubes de pasados grises,
hacer pompones con las nuevas amigas algodonadas,
blancas como la sonrisa de un ángel y flotar sin alas
por la liviandad de la esperanza.

Ven y no te detengas con la excusa vana de la cordillera
porque ella siempre tiene nieve pero nuestros corazones
son más Sol que el mismo astro rey y podemos
derretir el miedo a atrevernos. 

Recuerda que somos la Luna de algún loco atrevido y soñador,
en los pasillos de la inocencia nos enamoramos sin mirarnos,
solamente por el sentido común de nuestras almas y
ese brillo primario enceguecedor era el augurio,
un aura mágica y reveladora, luego vinieron las palabras,
algunas comunes y otras inmortales, esas palabras nos ataron desde la piel,
las venas y cada órgano de vida, que latía por nosotros.

Ven, desde que te vi y el verde fuera revelador de nuestros anhelos,
de nuestras lágrimas y de nuestros recuerdos, esos que llamamos "Pedacitos de vida",
si , desde ese instante nos hicimos trascendentales, únicos e irrepetibles,
porque este amor es de esos soñados, tanto así que cuando te vi,
sabía que te había visto antes y sentido siempre.

Ven, porque cuando llegues habré esperado suficiente
para ser todo lo que la vida te dijo que debía ser y no traigas mucha ropa,
hemos de tejer todos los sentidos en cada instante de las miradas perdidas
en los ojos del alma y si me ves en la calle atravesando tu cuerpo
desde los hombros hasta tus senos, no es casualidad,
es una necesidad de sernos, de encontrarnos,
entre el silencio de un susurro y los calambres de nuestros besos,
hechos de boca a boca.

Ven, y aunque te puedes demorar una eternidad
ya sabes que te esperaré, no hay umbral más grande
que el de nuestros sueños y no hay deseo más fuerte que el de nuestro amor.
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Buenos días

Me pidió café y una taza serví 
Me miró a los ojos con dulzura
Más dos de azúcar logre presentir 
Antes de llevar saque la espuma.

Sobre su cama desnuda deje
Esa taza de un muy dulce café 
Nuevamente miro mis ojos 
Esos son los que voy a servir.
De tu mirada concentrada en mi
Tan relajante como un deseo 
Que sube por la piel hasta la boca 
Bajando por la garganta.
Ya en su interior el calor sofoca 
Con las ganas en las entrañas 
El amargo devenir del brebaje 
De sus ojos me aparte un instante.


La deje de observar 
Todo volvió a lugar 
Suavemente reposaba 
Lejos una almohada 
Las sábanas negras 
Las ganas ajenas.
Completamente enrollada 
Mi alma a ella tatuada 
En cada centímetro de piel 
Fui café, caricias y miel.


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domingo, 10 de agosto de 2014

De extrañarte

La marea me trae tu canto junto a la sal de tus pasos que profesas  lentos como el tiempo, cuando te recuerdo,  único, primero, tu rostro, tu rostro, gravado en las retinas seducidas
a tu antojo  por las arenas de tu piel, tu piel virtuosa que me induce al lamento hambruno de poseerte al abrigo de mis febriles brazos, el invierno prepara sus maletas robándole sueños a la noche, postergando nuestros deseos de encuentros   bajo el marco tenue  de la luna nuestros goces, nuestras caricias, madrugadas y mañanas húmedas ,nuestros todos los momentos, tuyos, míos complaciéndonos.
La tarde muere despacio y los últimos rayos dibujan tu nombre saboreando el calor de mis labios, nombrándote muy despacio, pausadamente agitada como la negrura que asciende sus lazos galopando los espacios vacíos de tus manos, tus manos consumidas por llamas, cenizas esparcidas en el ocaso de tu diáfana mirada.
Te siento como a la brisa cuando roza mis cabellos enredándolos, uniéndolos, meciéndolos en zigzagueantes velos envolviendo mi cuerpo con tu aliento dulce horizonte ambrosía de mi alma cautiva de quererte y anhelarte en sentimientos.
Apoyada en el brazo de la noche te pienso, argumento que impulsa mi vida, avivando el fuego de extrañarte de ahogar mis locuras en  suspiros.

Soy Amelia Orellano Bracaccini:
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