Mostrando entradas con la etiqueta Narración. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Narración. Mostrar todas las entradas

martes, 25 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

Lucía regresó a la ciudad al llegar a su departamento hecho una mirada a la ventana del músico la vio medio levantada y sus cortinas cerradas, en silencio absoluto, antes de pasar por la casilla del guardia miró a sus espaldas y entró por la angosta puerta de la entrada al pasar notó que cuidador la observaba, ella simplemente siguió, algún día entendería cual era el motivo por el cual le incomodaba verlo.

Al entrar a su departamento notó algo diferente un aroma desconocido, sus cosas se encontraban movidas de su lugar, buscó en las habitaciones todo parecía revuelto miro por la ventana porque le pareció ser observada al no ver a nadie cerró las cortinas con rapidez, sintió como su cuerpo se estremecía del miedo.

 ¿Qué peligro la acechaba, quien había entrado en su cuarto?

Salió en busca de un lugar donde albergarse y pensar cuál sería su siguiente paso, se hospedó en un hotel céntrico se registró, y abonó la noche. En su habitación más tranquila sacó su diario de la cartera y escribió.

Querido diario perdón por haberte abandonado, tengo infinidad de cosas por contarte, prepárate, y ahí narro todo lo sucedido hasta ese día, en el último renglón subrayado escribió, siento que algo malo me puede suceder, a cada momento presiento una mirada sobre mí, al acecho…

 ¿Tendrá algo que ver con mis pesadillas? Y lo cerró… Continuará


Lucía:XII





Lucía (continuación)


Los días pasaban el tiempo corría sin deseos de detenerse Lucía visitaba Centros culturales, ferias, las bibliotecas de los lugares más remotos, sus valijas subían y descendían de los taxis, su euforia crecía a pasos agigantados, su rostro se empalidecía, demacrada ante tanto ir y venir durante el día y, por las noches reuniones, agasajos y cenas interminables. No tenía tiempo de pensar en lo que ocurría solo se dejaba llevar por la vida.

Esteban cada día con mayores ocupaciones debido a su nueva sociedad las horas se multiplicaban en su oficina los correos se apilaban con datos que solo él conocía, Sarita siempre a su lado, recargando su agenda.

Por las noches llegaba cansado a su departamento sin deseos de nada se duchaba y dormía, otras noches el insomnio se apoderaba de él, pensando en su amada Lucía, sentía una angustia indescifrable como si ella lo necesitara. Sarita solo esperaba.

Al fin llegó un día de descanso en su agenda, se encontraba en una población muy pequeña donde sus habitantes eran muy hospitalarios, los árboles seguían un orden, al igual que sus casas de un mismo diseño y colores, los jardines floridos muy bien cuidados por la callejuela central sus farolas intermitentes codificadas, las mujeres sonrientes le mostraban sus tejidos y bordados otras sus recetas sorprendidas por su sencillez le hacían invitaciones y regalos,  Lucía se acercó a beber café en una cafetería más alejada necesitaba desconectarse de las personas por un momento, un señor se acercó con su acordeón y le dedicó una canción, ella quedó impactada con la voz del músico callejero, era suave y melodiosa al darle propina el hombre sacó una flor de su sombrero y se la regaló… Continuará






 Lucía:XI

lunes, 24 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)


La mañana llegó esplendorosa con aroma a jazmines colándose por la ventana, el vapor del café dibujaba imágenes efímeras en el aire vertiendo su aroma en cada habitación deslizándose por debajo de la puerta de entrada y filtrándose en los ascensores, escaleras y demás dependencias, cruzando la calle se dejaban oír las máquinas de los trabajadores municipales cortando el césped del parque podando las ramas rebeldes, acicalando su fachada, los rociadores funcionaban rítmicamente con su silbido agudo, unos perros se lanzaban a la carrera por atrapar los finos chorros de agua que de ellos salían, por la vereda oeste un gato arrabalero regresaba a su hogar luego de su trasnochar, los gorriones y calandrias aturdían con sus trinos, los ceibos pintorescos regaban con sus flores alfombrando el lugar.

De uno en uno, iban llegando los artesanos con sus mochilas en mano sus caras risueñas y sus prendas multicolores, Raúl acomodaba su puesto de diarios y vociferaba los aumentos con rabietas, mientras la pava hervida levantaba su tapa, Don Juan el verdulero lavaba su vereda con la manguera en la espera de que llegara la fruta fresca, escuchaba a Raúl y sonreía, sabía que si alguna mujer se detenía a hablar de los chimentos de la farándula se olvidaría muy rápidamente de los aumentos.

Lucía después de su baño fue a correr al parque, disfrutaba del olor a pasto fresco, corría sin cansarse, saludaba a la gente, sonreía, subía y bajaba las escalinatas se sentía frenética, entusiasta.

Después de varias vueltas aminoró su marcha y se dirigió a la librería de la avenida que se encontraba cerca, miró la vidriera y allí estaba, vio su rostro en la tapa del libro, contenta realizó las compras en los mismos sitios de siempre, conversó con Don Juan el verdulero, con Raúl el diariero y regresó a su departamento, no sin antes mirar si se encontraba su vecino el violinista, nada pudo ver, no había señales de él.

Mientras se duchaba pensaba en su amiga en lo distintas que eran y como se complementaban, Alicia era un ser con mucha luz muy agradecida con la vida,  en el vestidor tomó una de las bolsas que ella le regalara y se probó las prendas, imitó su manera de caminar, de hablar sus gesticulaciones y ademanes, no pudo contener la risa realmente la estimaba luego guardo cada cosa en su cubículo se vistió y salió a su entrevista sobre el nuevo libro y sus plazos fijados.

Caminaba por la calle radiante sin problema alguno que ensombreciera su rostro femenino, sus caderas se contoneaban con simpleza y gracias, sus curvas no pasaban desapercibidas, al mirar sus pestañas parecían seguir un ritmo prefijado dibujando el contorno de sus ojos.

Volteó para ver, sintió por un segundo que alguien la observaba, sonrió, se dijo así misma que necesitaba unas vacaciones para alivianar su extres… Continuará


Lucía:X
Imagen tomada de la web













Lucía (continuación)

La noche nítida los acogía con su manto de estrellas, por las calles los vehículos aceleraban como queriendo ganarle al tiempo un segundo más de vida, en las casas y departamentos todo seguía su curso una música allá a lo lejos, las bocinas y sirenas reportaban infinidad de vivencias, las luces brillaban  cegando a la oscuridad,  entre ellos solo reinó el silencio en sus pensamientos, Esteban descendió por las escaleras lentamente, no podía creer lo que acababa de suceder, había descubierto sus ansias por tenerlo, y su mundo se movilizó dejándolo sin reacción.

La deseaba intensamente con todas las fuerzas del amor, pero el necesitaba que fuese diferente, sentir su entrega espontánea deseosa de él, sin los efectos del vino, y se marchó.

Lucía no podía dejar de pensar en lo que su cuerpo le hacía sentir, en sus ansias por él, se recriminaba, acarició su vientre, se fue deslizando por el marco de la puerta y se preguntó por qué él había escogido retirarse, si ella lo había sentido en su piel, cuando él se estremecía temblorosamente al acercarse junto a ella, se quedó unos minutos sentada sobre el piso sin respuestas y mareada por los efectos del alcohol y se fue a dormir, mañana sería un nuevo día pensaría con mayor claridad... Continuará



Lucía: IX










Lucía (continuación)

Lucía llegó cansada de la firma del nuevo libro, su muñeca ya no resistiría una firma más, decidió que un baño con sales y música suave serían la solución, así lo hizo, encendió unas velas y el clima estaba propenso para la relajación que tanto necesitaba.

Al salir del baño se vistió cómodamente con remera, short y zapatillas, abrió una botella de vino, se sirvió y festejó su progreso. Con la entrega de este libro, había firmado un contrato para su nueva publicación.

No contuvo las ganas de reír y gritar que sentía, no importaba qué pensarían sus vecinos.
Sonó el teléfono, era su amiga Alicia la cual no había podido asistir al evento debido a que se encontraba de viaje de negocios, y juntas rieron y gritaron…

Al colgar volvió a sonar, pensó que su amiga habría olvidado algo que comentar.

Era Esteban con su encantadora voz, que hechizaba sus barreras descendiéndolas hasta el infierno, preguntaba si sería posible que subiera ya que se encontraba en la puerta del edificio, sin saber cómo reaccionar, contestó vacilante, sí.

De repente sintió como sus piernas se tambaleaban, no permitiría que nada arruinara su momento de gloria, caminó pausadamente hacia la puerta de entrada, delicada sutileza, agraciada belleza sus curvas, esperó, sabía que él no usaría el ascensor, al abrir la puerta, lo vio, parado con la  elegancia que lo caracterizaba, y, pensó en lo apuesto que se veía y sentía.

Lo invitó a pasar y su aroma la envolvió como en un sueño, hablaron, rieron, El joven se arremangó las mangas de la camisa de seda Italiana para abrir una botella, y se miraron detenida y pausadamente, ella fijó su vista en sus brazos, en sus manos fuertes y velludas. Recordó sus abrazos que la hacían sentir tan segura.  El, observó su escote, que si bien no era prominente, si era insinuante y provocativo, para él, que conocía lo que allí se ocultaba sin dejarse ver.

Esteban preparó la cena, sabía que ella no la prepararía, y se iría a la cama sin cenar, la conocía muy bien.

Después de verla cenar, se dispuso a despedirse, no quería de ningún modo hacerlo,  pero respetaría a su amada, así todo su ser le dijera lo contrario. Se acercó para saludarla y sus aromas se mezclaron, sintió como su cuerpo se erizaba junto con su piel, ella, sintió un nudo en la garganta, quería que él se lo pidiera, que deseara quedarse, lo deseaba con insistencia.

Esteban la miró y esperó, muy dentro suyo deseaba que ella le pidiera que se quedara, pero solo la abrazó y beso en la mejilla, podía sentir la proximidad de sus labios, sus tibios pechos pegados a su cuerpo, su perfume y la suavidad de sus cabellos, sus piernas temblaban, y se regocijó al saber que ella lo deseaba. Le robó un beso al cual ella disfruto y acompañó, se separaron sus cuerpos febriles y danzantes sedientos de ese tórrido encuentro y se despidieron… Continuará







domingo, 23 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

Esteban (continuación)

Se dirigió en su coche hacia la librería deseaba comprar el nuevo libro que su esposa Lucía había recientemente publicado, vio con gran alegría que se encontraba en la vidriera recomendado como todos sus trabajos, en su tapa al pie de la página el nombre de su autora, Lucía Mileno, el nombre del título lo impactó, “El final de un amor”  con impaciencia al llegar a su hogar desenvolvió con extrema rapidez su envoltorio de nylon, preparó café en su pocillo preferido y sin ponerse cómodo comenzó a leer, tal era su afán por su lectura que no advirtió el correr de las horas, miró en un pestañeo el reloj donde sus agujas marcaban las veintidós y cincuenta horas, guardó el libro en su biblioteca como si se tratara de un tesoro, a la espera de su regreso.

Se sirvió un sándwich de atún y una cerveza mientras recordaba cada letra leída detenidamente, las palabras les danzaban en su cabeza, ¿se refería a su amor, a sus historias? No, no se repitió así mismo, ella lo amaba y solo se estaba tomando un tiempo para recapacitar y encontrarse así misma renovada.

El nunca aceptaría que ella se había alejado de él, recogió las llaves de su auto para ir junto a su ventana como cada noche…  Continuará


Lucía VII

Lucía (continuación)

Esteban ( continuación)

Exhaustos durmieron juntos piel con piel sus cuerpos.

Al despertar se encontraba solo en la habitación, pensó detenidamente en lo que había sucedido, con seguridad sabía que no se trataba de un sueño, fue incorporando lentamente su desnudez y se dirigió al baño, no sin antes verificar si aún se encontraba su visita ( inesperada), ella ya se había retirado con su perfume.

Debajo de la ducha miraba fijamente el agua correr por su cuerpo, solo él y el agua.

 Sonó repetidas veces el teléfono, debió salir de prisa vistiendo solo unas gotas rezagadas.

Era la voz de un hombre con quién él debía encontrarse en cuestión de pocas horas, colgó y caminó hacia la web en busca de información, la gravó a una memoria y la colocó sobre su escritorio.

Ya en su vestidor eligió una camisa blanca, por ser de mañana un tono claro y fresco, zapatos y cinto al tono.

Se perfumó con su fragancia importada que lo volvía decididamente irresistible, luego se dirigió a un cajón, tomó una pequeña botella con la esencia de su amada (Lucia) y la vertió sobre su pañuelo.

Peinó sus abundantes cabellos negros, observó su rostro angular bien afeitado, el gris de sus ojos no reflejaban cansancio alguno.

Hoy bajaría por el ascensor, necesitaba estar presentable para la reunión, al llegar al auto contestó una llamada a su celular, se trataba de Sarita, preguntando si se presentaría en la oficina para comunicarle los movimientos agendados y el papeleo a firmar,  él contestó que no sin dar mayor información. 
  
Al llegar al lugar del encuentro programado constató que el restorán se encontraba lleno, tal y como él lo había pensado. 

Miró su mesa, y allí estaba su cita de negocios y muy sutilmente sus guardaespaldas regados por sitios estratégicos.

Se dirigió hacia allí con ímpetu, tratando de dar una imagen fría y segura, lo consiguió.

Lo estaban esperando, la reunión se llevó a cabo dentro del lapso establecido luego se retiraron, Esteban acompañó gentilmente a  su nuevo socio hasta la puerta de su coche y con un fuerte apretón de manos se despidieron… Continuará


Lucía VI





sábado, 22 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

Esteban (Continuación)

Emprendió la marcha, luego de dar varias vueltas sin sentido se encontró frente al  departamento de Lucía, su único gran amor, era su loca  obsesión…

Estacionó frente a su ventana, quedó allí por hora y media solo para ver si podría verla siquiera un instante.

Decidió que se iría, levanto la vista por última vez, y, allí estaba ella asomada a su ventana como en la búsqueda de algo o alguien, vio cerrarse las cortinas y la luz de su cuarto apagarse.

No podía contener la idea de imaginarla, como se encontraría, sola en su lecho, toda ella en su sensualidad, su aroma que corrompía sus sentidos  hasta llevarlo al delirio.

Emprendió su marcha perturbado, ansioso, al llegar a su hogar sintió la soledad, buscó en la nevera algo que cenar, y lo arrojó al cesto de residuos, no sentía apetito, en su mente solo existía ella solitaria  en su cama.

Podía con solo cerrar los ojos  recordar la tibieza de su cuerpo, sus caricias, sus  besos, su sexo ardiente y demoledor…

Emprendió su marcha hacia el dormitorio, se desvistió hasta quedar completamente desnudo bajo el agua de la ducha que se escurría por su cuerpo,  pensaba mientras el agua se escurría por su espalda,  
que esa noche sería repetidamente otra noche de insomnio pensando en su amor.

El cansancio se hizo notar y el sueño se fue apoderando de él. Se encontraba dormido cuando sintió una suave caricia, creyó en su soñar, que se trababa de Lucia, su adoración,  se quedó inmóvil permitiendo que su sueño se apoderara de todo su ser…

Quería, necesitaba soñar con ella, pero las caricias se transformaron en besos, y abrió sus grandes ojos complacidos, allí estaba ella, besándolo, acariciándolo, y pronunció con su voz ronca  de sueño y excitación  -¡Lucía! Y la mujer silencio su voz con una mano sobre sus labios.

Lo beso en el cuello, se recostó sobre su torso desnudo y se sentó sobre él, quitándose la blusa con suave movimientos ascendentes…

Su perfume no era el mismo, sus caricias eran otras, deseaba despertar pero le era imposible reaccionar, y tomó a la mujer entre sus brazos y bebió del  néctar de sus pechos con furia y desesperación, la miro a los ojos y lo supo, Sarita, que había entrado con la llave que él le había dado en sus noches solitarias…

La tomó de sus cabellos, la  beso de manera iracunda, la dio vuelta quedando el detrás y la hizo suya, una y otra vez, quería descargar su furia,  porque no podía tener a su amor, con quien realmente deseaba hacerlo en esos precisos momentos.

Sintió unas ganas incontenibles de morder su cuello, su espalda, el nacimiento y el final de su cintura, y lo hizo…

 Le daba su sexo con enojo e impaciencia, sus gemidos lo encolerizaban hasta la plenitud, sintió la llegada del cáliz lo vertió aferrándose a ella de sus muslos, a toda su sensualidad, la oía gritar de placer, sus susurros decían sí, sí, y vibraron al unísono relajando sus instintos con suaves caricias, fue desenredando sus dedos de sus sedosos cabellos, sus rizos olían a satisfacción, ella lo miro de frente, lo beso, y con voz melodiosa casi con vergüenza le dijo, Te amo, a lo cual él respondió con un silencio rotundo.

Ella sabía de sus  sentimientos por Lucia, aun así, no podía evitar decirle lo que por el sentía y luchar por su amor, ella no lo abandonaría…. Continuará



Lucía (continuación)

Esteban
Esteban se preparó un café doble para despabilarse, no había dormido en toda la noche,  tomó una ducha rápida, se vistió, bebió su café ya tibio y se dirigió a su escritorio, recogió su maletín cuando vio unos papeles que debía colocar en su caja fuerte, en su pronto accionar cayeron de sus manos algunos sobres, solo le importó uno de ellos y rápidamente los guardó en el mismo sitio.

Caminó hacia la puerta y  detuvo su mirada al tomar el picaporte, su mano, su anillo.

Bajó los seis pisos por las escaleras muy deprisa, al llegar al estacionamiento saludo al guardia y le entregó un sobre cerrado, le palmeó la espalda y se dispuso a subir a su vehículo cuando el empleado, Roberto le preguntó, -¿Está todo bien señor?

Esteban advirtió que había notado sus ojeras y su rostro demacrado, con un leve movimiento de cabeza asintió.

El día  le resultaba interminable en la oficina, se sentía ahogado,  debía concluir unos asuntos pendientes antes de finalizar la jornada.

A media hora de terminar la tarde, se hizo presente Sarita su secretaria, una rubia de un metro ochenta de finas curvas, polleras cortas muy ceñidas y tacones, a confirmarle que ya todos se habían retirado.

Le preguntó si esa noche saldrían a beber algo, El, la tomó entre sus brazos y pudo sentir su suave aroma y la fragilidad de su cuerpo deshaciéndose en sus manos, la besó y le respondió que tendría que ser otro día porque se sentía muy cansado, a lo cual ella, luego de insistir con suaves caricias y besos aceptó.

Esteban ya arriba de su coche se recriminó sintiéndose un tonto por haber desaprovechado esa excitante oportunidad, y la siguió con la vista mientras ella se retiraba del lugar en su coche importado.

Esbozó una sonrisa al pensar en quien sería su próxima víctima, Sara no era una mujer que aceptara
negativas, no se iría sola a su hogar.

   Continuará…


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Lucia (Continuación)

Le tomó unos minutos recobrar la cordura, llevó el sobre hacia su escritorio, lo depositó debajo de un libro viejo de tapas duras y decidió olvidarse por un momento de ella.
De repente se percató del silencio, miró a través de las cortinas y nada se oía, sintió curiosidad y se animó a mas, miró su balcón, el de su vecino, se encontraba todo cerrado, notó que no había señales de presencia femenina ni de mascotas, se preguntó, -¿cómo sería esa persona? Seguramente muy solitaria, algún músico extravagante, bueno pensó a ella no le debiera importar lo que sus vecinos hiciesen con sus vidas.
Luego de una refrescante ducha se disponía a preparar su almuerzo, cuando el teléfono sonó, era Alicia su amiga que la invitaba almorzar juntas, Alicia era una joven empresaria muy simpática, de finos modales, elegante vestir, en su andar y en su hablar a la cual le fascinaba salir de compras e ir a bailar.
Lucía en cambio era hogareña, le gustaba leer, la música y Salir a correr, humilde en su forma de ser y vestir, juntas se complementaban.
Almorzaron y rieron, caminaron por las grandes tiendas, Alicia llenó de regalos costosos a su amiga, le encantaba verla ruborizarse al ver las sumas de dinero que ella utilizaba al comprar con derroche, y decía que debía prestarle más atención a la moda y a su manera de vestir.
Lucia solo se dignaba a sonreír y a disfrutar de la agradable compañía de su queridísima amiga.
Al caer la noche después de ir por unos tragos se despidieron con un cálido abrazo, Lucía le obsequió un libro de cómo cultivar orquídeas al cual Alicia agradeció enormemente porque le fascinaba el tema.
Al regresar a su departamento la recibió su gato Naiel a quien levanto en sus brazos, y llenó de caricias y mimos.
Abrió las ventanas para dejar que la refrescante brisa se adueñara de todo el espacio, y así su mascota podría salir a sus recorridas nocturnas.
Permaneció absorta mirando las estrellas, la claridad de la luna, la belleza del parque con las luces de las luciérnagas revoloteando, dirigió su mirada a la cantidad de bolsas que habían comprado y sonrió con un leve movimiento de cabeza, su amiga cuando de compras se trataba lo hacía a lo grande, mientras las guardaba pensaba en sí tendría ocasión de poder usar tan finas prendas.
Sola sintió el vacío del lugar, la música la hacía sentirse acompañada, se sirvió un café y fue por un libro a la biblioteca, miró hacia el escritorio y recordó el sobre con la carta dentro, levantó el pesado libro depositó el pocillo sobre una servilleta y nada había debajo, el sobre con su respectiva carta no se encontraba, sintió un pinzamiento en su pecho hondo, muy hondo y se reclinó para ver si de alguna manera insospechada pudiera habérsele caído, pero no, ni en el piso, buscó de arriba hacia abajo con insistencia, la carta por arte de magia había desaparecido. Cansada pensó que al otro día seguramente la encontraría, unas lágrimas surcaron sus mejillas corriendo su maquillaje.
En su cama trataba de recordar cada uno de sus movimientos quizás su gato al saltar, quizás…
El sueño se apoderaba estaba rendida a su merced, cuando presintió que alguien la observaba desde la ventana, se levantó y miró, debajo por la calle vio un auto que se alejaba y al guardia que desde su casilla detenidamente la miraba, cerró rápidamente las cortinas un escalofrío la invadió desde la raíz hasta su desenlace.
Le desagradaba sin poder entender como alguien le podía caer tan mal, sin razón ni motivos evidentes.
No podía negarse más sus párpados se cerraban entregándose al sueño, nuevamente tuvo esa pesadilla recurrente, “corría por una calle solitaria, un hombre la perseguía, ella caía y unas manos generosas y recias la levantaban” y despertó, cada noche era lo mismo, nunca podía verle su rostro. ¿De quién corría, porque, y de quien eran esas manos que la hacían sentirse tan segura?     
Un sentimiento de angustia se apoderó de ella y se ovilló debajo de sus sábanas… Continuará


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

-Decidió que no se daría la ducha apresurada de cada día, hoy se relajaría.

-Puso a llenar la bañera con agua tibia, sales, roció aceites esenciales aroma a sándalo, rosa y violeta, música suave y romántica, era la música que a ella más le gustaba la hacía sentir relajada y encendió unas velas  torneadas de miel para acompañar.

-Se sumergió en compañía de su soledad, cerró los ojos almendrados y se transportó hacia otro sitio, en otro tiempo, a otra realidad cuando su mundo estaba colmado de caricias y besos, deseaba olvidar por un momento la soledad agobiante en la que se encontraba.

-Embriagada con sus recuerdos, las fragancias que desprendía el lugar, a la tenue luz de la vela y la resaca que ello le producía vio como su cuerpo se estremecía y se sintió extraña,
la melancolía se apoderaba de ella y su piel ardía de deseos reprimidos y olvidados.

-Los recueros de ese amor ausente seguían grabados con tinta indeleble, venían a su memoria como llamaradas ardientes una y otra vez, llenándola de ausencias y silencios, de pronto se encontraba en las reminiscencias de sus besos, sus tórridas caricias, los masajes en su cuello, su aroma a masculinidad, sus fuertes y cálidas manos acariciando todo su cuerpo haciéndola estremecer de placer.

-Como olvidar, como olvidar sus noches, sus mañanas amándolo en su lecho, los rayos del sol calentando sus cuerpos desfallecientes, como olvidar lo que una vez amo y le perteneció en cuerpo y alma, deslizó su mano derecha por su vientre tibio casi como un sutil roce, y fue jugando a soñar y se dejó llevar, y jugó, jugó, su respiración fue en aumento jadeos y suspiros, esas manos suaves y delicadas recorrían toda su longitud frenética y exquisitamente subían y bajaban haciéndola vibrar, un gemido suave ahogado esbozó con alivio, soltura y desahogo.

-Cerró los ojos con fuerza, profundamente como queriendo conservar ese mágico momento de satisfacción e íntimo para sí,  pero sus sentidos y todo su ser aún se mantenían temblando en pleno goce.

-Todo era silencio, la música había terminado, la vela se encontraba apagada y el agua yacía fría.

-Se envolvió con una toalla blanca reluciente que ella misma había bordado, jazmines con hilos de seda, esa había sido su inspiración para decorar su ajuar al comenzar su estadía de soltera, en las tardes frías se dedicaba a personalizar sus objetos creando un clima de romanticismo y color en todo su hogar.

-Al pasar por el pasillo que daba a su habitación se percató de la melodía que provenía del departamento continuo era un joven aprendiz de violín que hacía maravillas con el instrumento, dejo caer la toalla al piso y se dispuso a vestirse y disfrutar de ese sonido melodioso, sus ventanas se mantenían abiertas de par en par, y se embebió de ella. 

-Su estado anímico fue cambiando, una sensación de frescura la invadió y decidió salir a correr, su cuerpo se lo pedía a gritos, alimentó a su gato Naiel, se puso zapatillas y vestimenta cómoda para la ocasión.

-Al salir se cruzó con el portero quien limpiaba las escaleras, por lo tanto debió tomar el ascensor, al llegar a la puerta de entrada se encontró con el guardia de seguridad a quien miró sin saludar, le resultaba un ser funesto, ciertamente había algo en él que la irritaba.

-Caminó hacia la calle y dirigió su mirada para ver quién era que la observaba, con disgusto confirmo que se trataba del guardia desde su cabina, se apresuró para alejarse lo más pronto posible y se mezcló con el resto.

-Mientras corría pensaba en lo que había sucedido en su bañera y una agradable sensación la invadió, pudo sentir como se ruborizaba pero no le importó y continuó su andar.

-Se encontraba agotada después de varias vueltas, se sentó a la sombra, bebió agua y vio jugar a los niños por el tobogán, un perro chihuahua corría detrás de una pelota sin poderla alcanzar, a lo lejos un grupo de ancianos se batían a duelo en un partido de bochas con sus lentos y frágiles movimientos.

-Recordó que debía hacer las compras, pasaría primero por la verdulería de Don Juan, en busca de verduras, frutas y alguna ensalada, Juan el verdulero siempre le permitía elegir a su gusto, así poder disfrutar de su grata compañía y de sus exuberancias que a él tanto le gustaban, luego de una extensa y complaciente charla, Lucía pasó por el diario donde se encontraba Don Raúl el diariero, un Italiano que venía escapando del hambre y del polentoni, como él decía.

-Hablaron del tiempo, de cuanto habían subido los precios y de algún chisme de la farándula porque de eso sí que estaba siempre informado él.

-Luego fue por los demás comestibles y bebidas que necesitaría.

-De regreso a una cuadra de su casa se escuchaba el sonido del violín de su vecino, miró, quizás podría verlo manipular el instrumento, pero nada pudo ver, era un misterio por  resolver.

-Al subir por las empinadas escaleras se acercó el joven portero, para notificarla que había deslizado por debajo de su puerta su debida correspondencia, ella le agradeció con una enorme sonrisa, seguramente cuentas que saldar, facturas y publicidad se dijo para sí.

-Al entrar se encontró con un sobre delicadamente perfumado de fino papel,- ¿de quién será? Se preguntó, carecía de remitente, solo su nombre y dirección.

-Rápidamente lo abrió sin romperlo, se trataba de una nota de su ex, con un delicado papel rosa perfumado finamente envejecido como solo le gustaba a él ser, meticuloso y obsesivo.

-Lucía se sentó para poder leer, un nudo en su garganta no le permitió emitir sonido alguno ni llorar, solo leyó y la colocó por un instante cerca muy cerca de su corazón y la apretó fuerte muy fuerte.

-Sentimientos confusos no le permitieron seguir con la lectura, la vista se le había empañado con incesantes lágrimas que corrían en busca de su cauce, colocó nuevamente la carta en el sobre de donde pensó nunca debió haberla sacado... Continuará


(Imagen tomada de la web)
Lucía cuenta con DERECHOS DE AUTOR

Lucía

-La mañana incipiente irrigaba el paisaje humedeciendo los jazmines que generosos despedían sus aromas colándose por las transparencias de las ventanas, inundando todo el lugar tornándolo apacible y acogedor.

-Lucía despertó, miró a través de las cortinas y vio asomarse el día, respiró profundamente para embriagarse con sus fragancias, desde su ventanal podía divisar los dibujos de la ciudad que se encontraba en marcha, vapores y smog creaban una niebla ocultando gran parte de ella.

-Bendecía el momento en que decidió mudarse, si bien no era suficientemente espacioso su departamento, lo que le fascinaba era poder cruzar la calle y encontrarse con el parque, junto a la naturaleza que él le ofrecía, árboles florales y la brisa que recorría las copas de los pinos entremezclando los diversos aromas que cada uno de ellos desprendían.

-Le gustaba ver los perros refrescarse en el lago que allí había, jugaban sin preocupaciones se divertían, como ella al observarlos fascinada.

-Adoraba escuchar las risas de los niños al jugar, los vendedores con sus cantos ofreciendo las variedades de sus productos, los jóvenes que con sus instrumentos iban a ensayar, las personas se amontonaban a su alrededor expectantes de su música y estilo.

-Magos, payasos, actores callejeros se daban cita cada día, todos disfrutaban del espectáculo, risas, aplausos luego uno de ellos pasaba la gorra y se marchaban contentos hacia otro lugar.

-Desde el lado este del parque se podía ver la tranquilidad del río, con sus aguas apacibles, se encontraba cerca, más bien solo se debía cruzar la gran avenida con sus correntadas callejeras donde la velocidad zigzagueaba como vendaval.

-A lo largo de la orilla del río se encontraba el puerto, con sus galpones algo oxidados y olvidados, colmados de añejas historias de tiempos de herrumbres y abandonos.

-Allí, imponente de mansas aguas marrones los recibía el río, llegaban y encallaban enormes barcos de diferentes partes del mundo a la espera de poder cargar y descargar, nostálgicos marinos con sueños de sus tierras, rostros fatigados, con hambre de nuevas experiencias desembarcaban por las noches rumbo a los establecimientos de diversión nocturna y transitoria, donde los clientes podían beber, cenar y bailar en compañía de bellas señoritas que vaciaban sus bolsillos, llevándose no solo su dinero sino que también muchos de sus recuerdos.

-Lucía cada mañana bajaba a correr por el parque, le gustaba rodearlo y mezclarse con la gente ser una más, pero ese día no sentía deseos de salir, decidió quedarse en casa y acomodar viejas fotografías que la hacían rememorar cada momento en que las había tomado.


-Las apiló, tomo el baúl de los recuerdos y allí nuevamente las colocó, junto a una ramita de lavanda sujeta con una cinta rosa y otra carmín... Continuará