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viernes, 21 de febrero de 2014

Palabras perdidas



Derramé  ilusiones, esperanzas,

los anhelos más profundos

en cartas de amor que te escribía.

Las custodiaste durante años,

acaso sin leerlas de nuevo;

permanecieron a la espera,

hasta el día funesto en que murieron

al desprenderte de ellas

como de un cachivache viejo.

Por el mismo sumidero se fueron

aquellos primeros sueños,

ingenuas esperanzas,

tempranas ilusiones,

dejándome atónito,

desairado e incrédulo.

Hoy son versos desgarrados

de un corazón roto

en el cuerpo exangüe

de un espíritu abatido.

En ellos vuelco todo mi ser,

no me reconoces

y acaban siéndote ajenos.

Necesitaba de ti,

pretendí asirte y caí al vacío.

Escribo no sé para quién

ni sé para qué vivo.
Soy Manuel Domínguez, autor de este escrito, 
En twitter : @Jeringo_Frio

En mi blog : El vigía del Sur 

miércoles, 12 de febrero de 2014

Dónde los míos



No sé quiénes son los nuestros,

no sé dónde están los míos.



Los que acaparáis poder, prebendas, dádivas,

burlando la justicia con insolente pericia,

menospreciáis al honrado, al cabal,

declaráis inferior al sencillo,

os mofáis del que sólo cuenta con su esfuerzo,

del desposeído, del necesitado,

del que anhela ganar su sustento sin regalo.

Vosotros no sois de los míos.



Retrógrados que gobernáis desde la mentira

y a todos saqueáis a manos llenas,

no os compadecéis del desvalido,

nos convertís en mercancías de vuestra avaricia,

vivificáis el fascismo siempre latente y nunca enterrado,

bailáis el agua a la eclesiástica obscena jerarquía

y aplastáis al oprimido con bota de hierro.

Vosotros nunca fuisteis de los míos.



Izquierdas que corrompéis las ideas,

os olvidáis de lo que fuisteis y qué os confiaron,

os pavoneáis estúpidos en sedas y oropeles,

catetos impúdicos sin rubor, sin conciencia,

nuevos ricos del dinero ajeno que derrocháis,

irresponsables que perdéis la brújula de inmediato

y os abrazáis al becerro de oro antes abominado.

Vosotros ya no sois de los míos.



Asociaciones y organizaciones miles

degeneradas en beneficio propio y exclusión de otros,

arrumbadas en cualquier rincón las ideas primigenias,

dilapidado en vosotros más de lo que entregáis,

nidos de frecuentes escándalos lacerantes

que destruyen la confianza, la ilusión,

que arruinan la fe de la gente en causas nobles.

Nunca seréis de los míos.



¿Qué fue de la lealtad, de la honradez,

de la generosidad, del altruismo,

de la dignidad, del respeto,

de la humildad, de la bondad,

de la ética, de la integridad?

La lámpara de Diógenes aún sigue prendida.


¿A dónde se fueron los nuestros?

¿Dónde se esconden los míos?

Soy Manuel Domínguez, autor de este escrito, 
En twitter : @Jeringo_Frio

En mi blog : El vigía del Sur  

sábado, 1 de febrero de 2014

Primer día de vida



Amaneció la luna en la noche dormida,

me abracé a tu cuerpo que aguardaba,

aferré tus manos a las mías para lograrte,

bebí tus lágrimas para curar tus heridas,

con fuerza apreté tu cuerpo contra el mío

hasta hacerte daño por hacerte mía,

te cubrí de besos ávidos de ti,

calla, no hables, no digas, sólo Te quiero,

dímelo una y otra vez, no te canses,

repítelo hasta que me estalle el alma

en eclosión súbita de vida nueva.

Mi corazón galopa con nuevos bríos,

se desboca incontenible, sin miedos,

arrasa obstáculos burlando peligros.

Mi lábil corazón ha renacido,

hoy vuelve a ser mi primer día de vida.

jueves, 30 de enero de 2014

Tu lado vacío



Obstinación azuzada

por orgullos indomables,

anhelos frustrados,

sentimientos dolidos,

silencios lacerantes,

palabras heridas,

miedos de insomnio,

martilleo de sienes atribuladas,

soledades de niebla espesa,

pupilas secas,

corazones en llanto,

vidas en vilo.

Tu lado vacío en noches mutiladas,

madrugadas de sábanas frías,

amaneceres muertos de días perdidos.

lunes, 27 de enero de 2014

Urgencias



La precavida, inquietante, desconfiada  entrada,

la desorientada  sala donde se agolpa la zozobra,

encogidos y apesadumbrados  pacientes y familiares,

el ansia en la megafonía que desgrana nombres, consultas, cifras,

el abandono que busca la ayuda cómplice,

el cansancio angustioso de la espera,

camillas, sillas de ruedas, sueros, escayolas, apósitos,

el sinfín de artilugios que deambula y serpentea.

Protocolo,  despojo de objetos personales,

radiografías, comprimidos, vaso de agua,

rutinaria vía en la vena por la que absorbe al enfermo el sistema.



Ahora es la cálida acogida en la sala de tratamientos,

ataduras a aparatos en el sillón inmovilizado,

infalible el continuo goteo del suero…

y la espera de las horas eternas.

Solícita la atención  de médicos, enfermeras, auxiliares,

que mitigan el dolor de los enfermos.

Ancianos desorientados, limitados y cansados los sentidos,

jóvenes doloridos,

personas atormentadas cada cual por su pena.

Las alarmas de los monitores,

las mediciones periódicas,

las crípticas anotaciones

y los minutos, las horas que lentamente se arrastran.

La destreza que acomoda

la medicina que aquieta,

la palabra que anima y reconforta.



Al fin la sanación de unos, el traslado para otros,

la gratitud del enfermo parca en palabras y amplia en la mirada.



El abandono del hospital por la misma ahora confiada puerta,

el paso tranquilo como del que sale de casa.

Atrás, los cuidadores, las atenciones, las vocaciones

de la gente más humana, de seres adorables.

Desde el hall miro a la calle por los enormes ventanales

y medito apesadumbrado y lamento con tristeza, húmedos los ojos,

la desatención, el sarcasmo, la locura, la sinrazón

de los ajenos a las mil batallas que dentro se libran,

de los amenazantes saqueadores que fingen gobernarnos.