Mostrando entradas con la etiqueta Manuel Domínguez. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Manuel Domínguez. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de enero de 2015

Amor sin saldo



El amor no es
caja registradora:
te debo,
me debes,
me diste,
te di.
No,
no es eso amor,
al amor
todo le sobra
y todo le falta,
el amor nunca cuadra,
el amor es… otra cosa.





miércoles, 23 de abril de 2014

Poema frustrado



Ha sido tiempo perdido,
no hay arreglo posible.
Por primera vez romperé un poema,
será un desgarro en las entrañas.
Llegó vacuo,
sin raíces,
inviable.
Y me duele.
Criatura de mi torpeza,
que no hay quien la remiende.

jueves, 27 de marzo de 2014

Nostalgia de Madrid



Cuando la nostalgia barrena el pecho
y la melancolía se anuda en la garganta
descienden vertiginosos los años
hasta posarse en la adolescencia
de las añoradas tardes de domingo
en el amplio descampado
de aquel barrio de Madrid.
Nos llevó el magnetismo
de apenas tres atracciones de parque;
descaradas nos retaban
con traqueteos y sonidos estentóreos
de música, de algazara, de juventud.

Y apareciste Tú.

Y dejó de existir el descampado,
el barrio y hasta Madrid.
Sólo estaban tus límpidos ojos azules
en la belleza etérea de tu rostro
cobijado por la cascada de tu pelo.
Fuiste una aparición, un milagro
que, sorpresa sublime,
me buscaba a mí.
Subida al carrusel,
sufriendo mi indecisión,
en el paso fugaz de cada giro
tu ojos simulaban ausencia,
pero sabíamos que me miraban.
Me envidiaron mis amigos,
no me enorgullecía,
no los veía,
no los escuchaba,
estando con ellos
mi pensamiento iba contigo
asido a la barra junto a tu abrigo gris.
Cuántas palabras te habría dicho,
si hubiera sabido,
si me hubiera atrevido;
eran tuyos todos mis pensamientos,
no fue posible, no, no lo fue,
yo no estaba en mí.
Tiempo cobarde y abyecto
del que en vano ahora abomino,
al que maldigo con rabia estéril.
Terminó el curso,
se acabó Madrid.
Perdí tu indeleble presencia,
desde entonces mora afligida
en la estancia secreta
del Sancta Sanctorum de la memoria
donde se adoran los recuerdos más sagrados;
allí estás tú,
vívida,
pura,
intacta,
inmarcesible.
Corrieron sin rumbo los años
y también perdí los torpes poemas pueriles
que compuse para ti.
Aún compungido cavilo,
Rosi,
en qué habrá devenido tu vida;
la anhelo feliz, plena,
girando en carrusel de júbilo.
Necesito darle paz
a mi conciencia corroída.



Soy Manuel Domínguez, autor de este escrito, 
En twitter : @Jeringo_Frio 
En mi blog : El vigía del Sur 

lunes, 3 de marzo de 2014

Tus cartas boca arriba



Me has parado en seco

y me has puesto en mi sitio.

¿Qué lamentos son los míos?

He urdido quimeras

de artificios egoístas,

consintiendo tu dolor,

desoyendo tus súplicas.

¿Dónde estuvieron tus cartas?

¿Cuándo y dónde las guardé?

¿Las guardé?

Juro que no me acuerdo,

ignoro qué fue de cada una

o de todas juntas…,

ni siquiera reparé

en que nunca preguntaste.

Mis sentimientos no bastan

para ocultar mi ruindad,

no pretendida, pero cierta,

triste, dolorosamente cierta.

¿Qué ha sido de mi fortaleza,

de mi generosidad?

¿Acaso las he tenido?

¿Han sido verdaderas

o sólo ilusiones mías?

Perplejo de olvidos,

a tientas por mis recuerdos,

temeroso de toparlos,

medito sobre mí mismo.



Soy Manuel Domínguez, autor de este escrito, 
En twitter : @Jeringo_Frio 
En mi blog : El vigía del Sur