miércoles, 19 de noviembre de 2014

Lucia (Continuación)

Le tomó unos minutos recobrar la cordura, llevó el sobre hacia su escritorio, lo depositó debajo de un libro viejo de tapas duras y decidió olvidarse por un momento de ella.
De repente se percató del silencio, miró a través de las cortinas y nada se oía, sintió curiosidad y se animó a mas, miró su balcón, el de su vecino, se encontraba todo cerrado, notó que no había señales de presencia femenina ni de mascotas, se preguntó, -¿cómo sería esa persona? Seguramente muy solitaria, algún músico extravagante, bueno pensó a ella no le debiera importar lo que sus vecinos hiciesen con sus vidas.
Luego de una refrescante ducha se disponía a preparar su almuerzo, cuando el teléfono sonó, era Alicia su amiga que la invitaba almorzar juntas, Alicia era una joven empresaria muy simpática, de finos modales, elegante vestir, en su andar y en su hablar a la cual le fascinaba salir de compras e ir a bailar.
Lucía en cambio era hogareña, le gustaba leer, la música y Salir a correr, humilde en su forma de ser y vestir, juntas se complementaban.
Almorzaron y rieron, caminaron por las grandes tiendas, Alicia llenó de regalos costosos a su amiga, le encantaba verla ruborizarse al ver las sumas de dinero que ella utilizaba al comprar con derroche, y decía que debía prestarle más atención a la moda y a su manera de vestir.
Lucia solo se dignaba a sonreír y a disfrutar de la agradable compañía de su queridísima amiga.
Al caer la noche después de ir por unos tragos se despidieron con un cálido abrazo, Lucía le obsequió un libro de cómo cultivar orquídeas al cual Alicia agradeció enormemente porque le fascinaba el tema.
Al regresar a su departamento la recibió su gato Naiel a quien levanto en sus brazos, y llenó de caricias y mimos.
Abrió las ventanas para dejar que la refrescante brisa se adueñara de todo el espacio, y así su mascota podría salir a sus recorridas nocturnas.
Permaneció absorta mirando las estrellas, la claridad de la luna, la belleza del parque con las luces de las luciérnagas revoloteando, dirigió su mirada a la cantidad de bolsas que habían comprado y sonrió con un leve movimiento de cabeza, su amiga cuando de compras se trataba lo hacía a lo grande, mientras las guardaba pensaba en sí tendría ocasión de poder usar tan finas prendas.
Sola sintió el vacío del lugar, la música la hacía sentirse acompañada, se sirvió un café y fue por un libro a la biblioteca, miró hacia el escritorio y recordó el sobre con la carta dentro, levantó el pesado libro depositó el pocillo sobre una servilleta y nada había debajo, el sobre con su respectiva carta no se encontraba, sintió un pinzamiento en su pecho hondo, muy hondo y se reclinó para ver si de alguna manera insospechada pudiera habérsele caído, pero no, ni en el piso, buscó de arriba hacia abajo con insistencia, la carta por arte de magia había desaparecido. Cansada pensó que al otro día seguramente la encontraría, unas lágrimas surcaron sus mejillas corriendo su maquillaje.
En su cama trataba de recordar cada uno de sus movimientos quizás su gato al saltar, quizás…
El sueño se apoderaba estaba rendida a su merced, cuando presintió que alguien la observaba desde la ventana, se levantó y miró, debajo por la calle vio un auto que se alejaba y al guardia que desde su casilla detenidamente la miraba, cerró rápidamente las cortinas un escalofrío la invadió desde la raíz hasta su desenlace.
Le desagradaba sin poder entender como alguien le podía caer tan mal, sin razón ni motivos evidentes.
No podía negarse más sus párpados se cerraban entregándose al sueño, nuevamente tuvo esa pesadilla recurrente, “corría por una calle solitaria, un hombre la perseguía, ella caía y unas manos generosas y recias la levantaban” y despertó, cada noche era lo mismo, nunca podía verle su rostro. ¿De quién corría, porque, y de quien eran esas manos que la hacían sentirse tan segura?     
Un sentimiento de angustia se apoderó de ella y se ovilló debajo de sus sábanas… Continuará


No hay comentarios :

Publicar un comentario